(Alex Cross 09) Ac 09 El Lobo De Siberia by James Patterson

Author:James Patterson
Language: es
Format: mobi
Tags: Narrativa
Published: 2010-05-14T23:00:00+00:00

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¿Cuánto tiempo llevaba desaparecida ya? ¿Un día ¿Unas horas?

Apenas importaba, ¿verdad? Lizzie Connolly empezaba a aceptar las cosas tal como venían; estaba aprendiendo quien era ella y cómo conservar la cordura.

Excepto, naturalmente, cuando se moría de miedo.

Lizzie las llamaba «pesadillas de nadar». Siempre había practicado la natación con gran entusiasmo, desde los cuatro años. La repetición de una brazada tras otra, una patada tras otra, siempre tenía la capacidad de trasladarla a otro lugar y otro tiempo, como si se moviera con piloto automático, le permitía evadirse. Y eso era lo que estaba haciendo ahora en el interior de aquella habitación/armario en que la tenían encerrada.

Nadar.

Escapar.

Estirar el brazo con los dedos de la mano cerrados, describir una figura en forma de S con los brazos, alzarlos, sumergirlos. Ladear el cuerpo a la altura del ombligo y luego hacia abajo, hasta la parte de abajo del traje de baño. Una y otra vez, brazada tras brazada, sintiendo calor por dentro pero notando el frío del agua, refrescante, vigorizante. Sintiéndose poderosa porque se sentía más fuerte.

Llevaba casi todo el día, o al menos lo que a ella le pareció un día, pensando en la posibilidad de escapar. Repasó lo que sabía acerca de aquel lugar, el armario, y acerca del psicópata despiadado que la tenía prisionera. Lobo. Ese era el nombre que se daba a sí mismo el muy cabronazo. ¿Por qué Lobo?

Se encontraba en alguna parte de una ciudad, seguramente situada al sur y bastante grande. Debía de haber mucho dinero en aquella zona. Tal vez fuera Florida, pero ¿por qué se le ocurría ese lugar?; a lo mejor había oído comentar algo que se le quedó grabado en el subconsciente. Desde luego, oía voces en la casa cuando había grandes fiestas o, de vez en cuando, reuniones más pequeñas. Estaba convencida de que su repelente captor vivía solo. ¿Quién iba a poder vivir con tan horrible monstruo? Ninguna mujer sería capaz.

Se conocía de memoria algunas de sus patéticas costumbres. Lobo solía encender el televisor cuando llegaba a casa; a veces ponía la ESPN, pero más a menudo la CNN. Veía informativos continuamente. También le gustaban las series de detectives, como Ley y orden, CSI y Homicidios. El televisor estaba encendido todo el tiempo, hasta altas horas de la noche.

Físicamente era un tipo grande y fuerte, y además era un sádico, aunque tenía cuidado de no hacerle demasiado daño a ella, por lo menos hasta entonces. Lo cual quería decir... ¿qué quería decir?... ¿que tenía pensado tenerla allí encerrada más tiempo?

Eso, si Lizzie Connolly era capaz de soportar aquello un minuto más; eso, si no estallaba y lo ponía tan furioso como para que él le rompiera el cuello, tal como amenazaba con hacer varias veces al día. «Voy a romperte ese cuellecito que tienes, ¡así! ¿No me crees? Pues deberías creerme, Elizabeth.» Siempre la llamaba Elizabeth, no Lizzie. Opinaba que Lizzie no era un nombre lo bastante hermoso para ella. «¡Voy a retorcerte el jodido pescuezo, Elizabeth!»

Él sabía quién era ella y qué hacía, y también sabía cosas de Brendan, Brigid, Merry y Gwynnie.

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